jueves, 30 de abril de 2009

Fernando de Benito: Poesía para las Medusas

Por Carlos Manuel López Ramos.




La belleza convulsa de la que hablaba André Breton aparece sin disimulo en el verso belle hideusement d'un ulcère à l'anus, el cual cierra un soneto de Rimbaud de 1870: 'Vénus Anadyomène'. Para el poeta Fernando de Benito (gaditano nacido accidentalmente en Huelva en 1936), una mujer hermosa es una cerda / con un anillo de oro en los morros. La hematofagia surge como una forma de regreso al estado de naturaleza, es decir, al estado de gracia: Tengo tanta sed de amor que me bebo la sangre, / tanta hambre de amor que me masco la muerte... El amor más puro es el que culmina en un acto de canibalismo: Quisiera amarte siempre con mi amor más / sincero, / para crearte de nuevo después de devorarte. Recreación y descenso a los infiernos: aquello que fue concebido por los gnósticos como acontecimiento final en el programa de salvación del género humano. Una potencia de Luz baja a los abismos: la Madre, Set, el propio Cristo. El arcano omnipresente, el conjuro decisivo, los sacramentos valentinianos: toda la ritualidad destinada a la derrota de las entidades tenebrosas, a devolver al elegido a su perfección celestial: el retorno a la unidad absoluta. La palabra como supremo sortilegio que redime de la caída; la sagrada poiesis que determina la búsqueda en los perfumes de la razón de amor, según Apolonio de Rodas. Palabra teúrgica que era el centro de una voluptuosidad mediadora, además del vino hirviente de los ágapes, que Fernando de Benito invoca como verde veneno espumoso manado a borbotones / de los pezones abiertos: oración que el poeta dirige a los oídos tranquilos de la amante: Yo tengo para tu hambre el vino que quema y el / pan jubiloso. Entonces confiesa el ámbito secreto en el que habita: Desde el espacio de mi viaje-altura sideral / donde te me encuentro, te / veo en una muchacha triste, en / una libélula muerta, y digo / que te amo y... [Imagen: Retrato de la bailarina rusa Ady Fidelin (1937), de Man Ray]


Una lectura materialista puede atestiguar -como hizo el Surrealismo- que en la experiencia de la Gnosis son perceptibles suficientes elementos activos
extrapolables a una teoría de la producción artística; los cuales resultaron metodológicamente provechosos y eficaces para el arte moderno. Se hacía una referencia específica al concepto, eminentemente vanguardista, de la creación desde cero, la creación desde la nada (André Breton: Perspective cavalière, 1970). Recreación y acceso a la Edad de Oro; aquella en la que, según Fulcanelli: "El hombre, renovado, ignora toda religión. Se limita a dar las gracias al Hacedor, de que el sol, su más sublime creación, le parece reflejar la imagen ardiente, luminosa y benéfica". Llenas mi estancia de mil soles, afirma Fernando de Benito, y Tú estarás aquí, / ya nunca lejos / de la estancia solar de MI SANTUARIO. Así la poesía-alquimia, a partir del Mercurio de los Sabios, se mezcla con el azufre radiante en el matraz, clausurado por fusión, que Ireneo Filaleteo describió en su Entrada abierta al Palacio cerrado del rey. Esoterismo y ciencia hermética que los surrealistas, en clave ajena a toda idea sobrenatural, transmutaron poéticamente al margen, hay que insistir, de cualquier interpretación trascendente. Magia positivista y espiritismo sin teologías ni ectoplasmas. Exploración de los llamados "estados secundarios". Hipnosis, sueño provocado, viajes iniciáticos y azar objetivo. Procedimientos técnicos mediante los cuales se llevaba a cabo la empresa de escapar al pensamiento controlado. Es decir: ilimitada libertad de expresión desde las profundidades más recónditas de la mente. En tal sentido se pronunciaba Breton en una serie de entrevistas para la Radiodifusión Francesa, realizadas por André Parinaud, entre marzo y junio de 1952: "A despecho de su erróneo punto de partida, el espiritismo había puesto de manifiesto ciertos poderes de la psique de un carácter muy singular y de un alcance nada desdeñable", añadiendo que el surrealismo valoraba "lo que queda de la comunicación mediúmnica, una vez descartadas de ésta las implicaciones metafísicas que comportaba hasta ese momento". [Ilustración: Hermes Trimegisto]


Fernando de Benito asume esta arriesgada y compleja herencia desde la palabra exacta que evidencia una cosmogonía estremecedora: hacia tu galaxia-núcleo triunfal. Mientras tanto, persiste la energía amorosa como fundamento vital de un orden primario, también hacia una hembra bestial y bellísima / que bese con unción mi falo cósmico. El escritor gaditano convierte así su obra en codificación de lo insólito de la existencia; revelando, a través de una coherente selección de discursos histórico-culturales, las facetas más inquietantes de la vida como oficio de seres improbables, prodigios equívocamente inmateriales, espectros con trágica vocación de realidad: la carne petrificada, la muerte que dignifica y eterniza, la electrodinámica cuántica de los sexos, los monstruos de los durmientes, los falsos fantasmas de la vigilia, las desventuras del vampiro, el vacío soñándose a sí mismo; y todo ello, aunque sea desde el alto triunfo / de amor / de la puta poesía. Amor a todas horas reincidente y antropofagia de los vencidos: Mi amor por la mujer fue, es / siempre / atávico y ancestral, oscuro y hambriento: borboteo / fósil de miles de milenios, sedimento / de un horrible vendaval que borra los caminos. [Imagen: Untitled (1929), de Man Ray]






domingo, 19 de abril de 2009

La Santísima Trinidad o el falseamiento de un dogma

Por Fernando-Jaime Echevarría (Firma invitada)





Los secretos de Dios son secretos íntimos hasta en las habitaciones de los prostíbulos, donde la fórmula politeísta de la Santísima Trinidad se desvanece en una atmósfera viciada. Lo del sagrario ya se sabe que es una sutileza platónica. Todo misterio divino comienza con la inmovilidad física y neurológica del contemplativo para terminar en la impudicia de los inmortales. Misterio inaccesible a todos los heresiarcas, profetas suburbanos, visionarios de la ebriedad, sacerdotisas en la ninfomanía, apóstoles neo-gnósticos, taumaturgos de la serpiente y demás impostores que creen en la existencia de un organismo intermediario entre el ser y aquello que está más allá del ser: no por hipótesis. Todo es materia, siendo Dios materia perfecta en la constante eficacia de su despliegue: no de creación: porque la nada no es ni anterior ni posterior al ser, debido a que la nada es un imposible en estado puro y en la exactitud de su irrealidad. No se inspira el creyente en Dios. El creyente respira junto a Dios como resultado de una licuación metapsíquica que es el encuentro entre dos entidades corporales poseídas por la misma osadía, por el mismo espanto, por la misma alarma. Dios es la materia y el abismo de la sustancia primordial en el seno de una eterna constelación semántica cuya manifestación intrínseca es el significado absoluto. Espacio incontaminado, libertinaje incógnito, bautismo de lascivia. Dios como criminal y víctima: lobo y cordero: narcotraficante y consumidor. Ese Dios que planteó, por boca de un ángel, una cuarta objeción al artículo primero de la cuestión veintisiete en la 'Prima' de la Summa Theologiae de Tomás de Aquino: objeción que no aparece recogida en la obra porque el Doctor Angélico no supo refutarla; y, como siempre, entró en acción la Policía: con redadas, cacheamientos, gases lacrimógenos, detenciones, etc. Las fuerzas antidisturbios llegaron hasta las Puertas del Infierno para prevalecer sobre ellas, según está escrito. Demasiado ruido por una simple rescisión de contrato. Padre Omnipotente y espejo en el que flota la muerte en su elemento. Dios uno e indivisible: he aquí el dogma verdadero. Anatema y testículos que revientan. [Imagen: Félicien Rops (1833-1898), Las tentaciones de San Antonio, 1878] [Lectura recomendada: Gustave Flaubert (1821-1880), La tentación de San Antonio, 1874]